Un autoclave es más o menos similar a una olla a presión, excepto que el autoclave se mueve con más atención. Esto se debe a la preocupación de que los instrumentos no contengan microorganismos, por lo que hay poco margen de error al esterilizarlos. El autoclave dispone de un compartimento principal donde se coloca el equipo a esterilizar. Después de esto, se cerró la cámara y se encendió el dispositivo para dirigir la densa nube de vapor hacia el compartimento. Durante este proceso, la temperatura y presión en la cámara comienzan a aumentar con el objetivo de alcanzar y mantener una temperatura de unos 120 grados centígrados.
Pero, ¿se introduciría así el vapor en el dispositivo de limpieza de la cámara? ¿Qué pasa con los microbios muertos? Un autoclave es más avanzado porque contiene tuberías y válvulas que permiten el intercambio de aire en su interior. Estas tuberías permiten que entre vapor puro a la cámara y expulsen el aire contaminado de la cámara. Un proceso de esterilización típico requiere unos 15 minutos de vapor a 120 grados Celsius, pero tenga en cuenta que esto no es estándar ya que depende del tipo de equipo que se esteriliza. Algunas combinaciones se realizan con vapor caliente adicional, permitiendo esterilizar el material en un periodo de tiempo más corto. Las temperaturas extremadamente altas destruyen el interior de los microbios, eliminando así cualquier posibilidad de supervivencia. Después del período de esterilización, se elimina el vapor y se reduce gradualmente la presión. La esterilización eficaz depende del uso de vapor saturado para desplazar el aire contaminado, por lo que la exposición a este vapor puro garantiza una esterilización eficaz.